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lunes, 6 de junio de 2011

El HECHIZO DE LA MUSICA.

El sábado salí con mi novio, era uno de esos días en que solo queríamos disfrutar de la presencia mutua.
Fuimos a cenar a un restaurante en la playa, el olor a sal, a océano le daba un aura romanticona al restaurante. Aun era temprano cuando regresábamos a la ciudad y el y yo aun andábamos romanticones, no estábamos tan lejos de la ciudad por lo que teníamos suficiente tiempo para seguir disfrutando el uno del otro.
Habíamos tomado vino con la cena lo cual me puso más alegre de lo que normalmente soy. Pasamos por una de esas calle en donde están los hoteles de paso, todos ellos con sus luces de colores e imágenes atrayentes, mire a mi novio a los ojos, con esa carita que suelo poner cuando quiero sugerirle algo y no digo nada. Con los ojos lo invitaba a que entráramos a uno de esos lugares, a él que le encanta cumplir la mayoría de mis caprichitos y más cuando tienen ese toque de travesura y matiz sexual que lo vuelve loco, giro el volante y entramos a uno que llamaba bastante atención por su publicidad.
Entramos al lugar, la habitación estaba decorada como una mini discoteca, en el centro un poste para stripper que daba justo a la cama, al lado de esta un sillón con forma singular, era uno de esos llamados "sillón tantra", un jacuzzi, la ducha con, en fin la habitación tenía un sin fin de posibilidades para hacer volar la imaginación de en el ámbito sexual de una forma excitante.
Mi mente se fijo en el poste, el alcohol que recorría mis venas me había puesto más traviesa y desinhibida de lo que soy, me acerque al poste y me moví sugestivamente mirándolo a los ojos, mi novio que conoce mis gustos musicales busco rápidamente su ipod en el carro y puso una canción que hace que mis pelos se ericen. Crush de Garbage en el ambiente comenzó a sonar con esa música suave pero marcada, que hacia mis caderas moverse de un lado a otro de forma incitante. Mi novio se acomodo en la cama como único espectador de mis insinuantes movimientos.
Comencé a desvestirme al sonido de la música, mi cuerpo se movía, era evidente lo que mi mente pensaba con cada movimiento, mi top voló por el aire, luego le acompaño mi falda, mis manos comenzaron a acariciarme, bailaban junto conmigo, apretaban mis pechos, los agarraban fuerte y se los ofrecían a mi espectador.
Aunque no tenga experiencia como taibolera me sentía como una, pegaba mi trasero, mis senos, mi sexo del poste, subía y bajaba por el restregándole mi anatomía, al compas del sonido atrayente del ambiente, me sentía embrujada, la música me envolvía. Olvide por completo que mi novio estaba en la habitación, me dedique a bailar con el poste, debo admitir que me estaba poniendo bastante lujuriosa, el éxtasis que me producía la canción, el alcohol deshinibiendome por completo era un ambiente completamente hechizador. Quite las últimas piezas de ropa que quedaban en mi, y mis manos se fueron directamente entre mis piernas, deje de bailar y me acomode en el peculiar sillón, mi trasero en la parte más baja y el resto hacia arriba, no podía quitar las manos de mi sexo, estaba recién depilado y muy suave al tacto, y por demás ya estaba bastante mojado. Mis piernas a ambos lados del sillón me daba la abertura exacta para que mis dedos me enloquecieran dentro de mí. Mis manos se alternaban entre mi sexo y mis senos, aun sonaba música y aunque había dejado de bailar, mis toques eran rítmicos.
Mi novio se había colocado lo más cerca posible pero sin hacer ruido, no quería sacarme de ese trance en el que me había envuelto, yo tenía los ojos cerrados así que no note lo que hacía. Entre cambio de manos y la constante penetración y caricias en mi clítoris llegue al orgasmo, lo grite, me sentía sola en el mundo gozando de la libertad de orgasmearme yo misma.
Abrí los ojos y ahí estaba el con ojos sorpresivos, excitado, deseoso más un tanto distante como quien mira a través de un vidrio.
-Heyyyy miren quien regreso a mi lado, me dijo en tono burlón, como te encuentras, que sientes, Dios mujer que hacías, en que pensabas?
-Perdón amor, me olvide de ti...
-Hazlo cuando quieras me dijo y se acerco a mi me llevo a la cama, me recostó en ella y comenzó a recorrer mi cuerpo con sus manos. Se coloco detrás de mi y era como si repitiera los movimientos de mis manos pero con las suyas, sentía su muy duro miembro entre mis nalgas mas el no hacía más que tocarme, una mano apretaba firmemente mis senos, la otra se abría paso entre mis piernas, quería hacerme sentir de la misma manera que yo lo había hecho momentos atrás. Acerco su boca a mi oído y comenzó a susurrarme cada suciesa que llegaba a su mente, mientras lamia el lóbulo de mi oreja y metía su lengua en mi oído.
Sentir su boca susurrando en mi oído, las vibraciones de sus sucias palabras, su mano apretando mis senos con firmeza, su pene entre mis nalgas a punto de reventar y sus dedos masturbándome de forma magistral me estaban haciendo estremecer, mi orgasmo estaba llegando, era intenso, era un orgasmo de todos mis sentidos. Tenía fuertes espasmos pero estaba aprisionada de su cuerpo, era pura electricidad la que recorría mi cuerpo, pero corriente de 220 voltios. Sentí como el me mojaba con sus líquidos mi trasero, el tener su miembro entre las nalgas y el constante movimiento mío pegándome a el, tensar mis músculos con cada sensación de placer sin darme cuenta lo estaba masturbando a él también. Su orgasmo fue tan intenso como el mío, sentí como mojaba el interior de mis nalgas y sentía como me bañaba de el. Rendidos estuvimos un momento, extasiados, placidos y cansados luego de haber experimentado este hechizo. El HECHIZO DE LA MUSICA.     

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